15. «Doomed» T4, Ep. 11

Este artículo forma parte de una Lista de los mejores episodios de Spike

He advertido que este es un episodio inmerecidamente ninguneado, al que nadie suele criticar pero también del que nadie se acuerda, cuyas virtudes infiero que pasan desapercibidas por culpa del capítulo que lo precede, «Hush», uno de los hitos de la serie, y del que lo sigue, el simpatiquísimo «A New Man». Sin embargo, «Doomed» es esencial para comprender cuál va a ser el encaje definitivo del personaje de Spike en el programa. Si bien, argumentalmente hablando, el capítulo gira en torno a una de las más intrascendentes anécdotas «de demonios queriendo destruir el mundo» marca de la casa, en realidad se centra en la evolución de dos relaciones: la de Buffy y Riley y la de Spike con los Scoobies. Por lo que respecta a la primera, la pareja en ciernes descubre que llevan más tiempo de lo que creen mintiéndose el uno al otro, lo que no es muy bueno para un romance recién iniciado; pero también que, paradójicamente, tienen más en común de lo que creían, ya que ambos llevan una doble vida de estudiante universitario/guerrero en contra del submundo demoníaco. En cuanto a la segunda, el vampiro londinense, todavía lidiando con el «trauma» de no poder atacar, torturar y matar a la gente, se ve obligado a compartir el sótano de la casa familiar en donde vive Xander. Y como la antipatía que siente este hacia Spike es directamente proporcional al desprecio que el chupasangre rubio siente hacia Xander, digamos que su convivencia está lejos de ser ideal. Viendo como alguien a quien considera inferior a él en todos los aspectos le toma el pelo y, lo que es peor, le pone un par de veces en su sitio, Spike, que ya sentía que su vida se había ido al garete, toca fondo e intenta suicidarse.

Willow, Xander, Buffy y Spike... ¿ante Hellmouth?

Contado así, a priori parece un giro muy trágico para el personaje; no obstante, esta subtrama está narrada con tanta ironía y desfachatez que en puridad resulta una de las más divertidas de todo el serial. Marti Noxon, David Fury y Jane Espenson, tres pesos pesados de Buffy, cazavampiros, se alían para escribir unos diálogos absolutamente insuperables entre Willow, Xander y Spike, en los que se evidencian, con no pocas pinceladas paródicas, las cualidades de cada uno de ellos: la afabilidad y empatía de Willow; el humorismo y la inmadurez de Xander; y el atroz egoísmo, pero también la lucidez, de Spike.

Según lo dicho, el discurso de «Doomed» se estructura a dos niveles, uno más dramático y otro más cómico, que corresponden a las dos intrigas mencionadas, y que discurren en paralelo hasta que, no por casualidad, convergen en el interior de las ruinas del instituto de Sunnydale. Y es que el calcinado centro donde Buffy conoció a sus dos mejores amigos, y donde Spike trató de matarla por primera vez, se constituye en símbolo de un pasado al que la slayer y el vampiro punk siguen aferrándose por distintos motivos. Afortunadamente, la inestimable ayuda de Riley para vencer a los vahrall y el descubrimiento por parte de Spike de que el chip sólo lo inhabilita para agredir a humanos consiguen que, finalmente, ambos superen sus demonios y sigan adelante con sus vidas.

«¿Todavía doy algo de miedo?» 

Al más puro estilo Buffy, cazavampiros, pues, el capítulo sabe tratar un tema muy serio la necesidad de seguir adelante y no tirar la toalla, porque la vida siempre nos depara sorpresas con un tono desenfadado y ligero. Y si bien todos los miembros del reparto tienen cancha para mostrar su vis cómica, es James Marsters quien sobresale en este sentido, en buena medida porque se diría que la única función de su personaje es servir de versión caricaturesca del miedo y el pesimismo que dominan a la protagonista; por eso, claro, y porque el actor californiano actúa con mucha seriedad, acorde con el lamentable estado de ánimo de Spike, lo que no hace más que incrementar la diversión. Es imposible no reír al verlo vestido con la camisa hawaiana y los bermudas de Xander, mientras pregunta si aún da un poco de miedo; o esbozar una sonrisa perversa ante las hirientes (y certeras) palabras con las que «recompensa» los esfuerzos por animarle de Willow y Xander. Por no mencionar la maravillosa escena de cierre, una de las más hilarantes, no ya de este show, sino de la televisión en general, en la que la fanfarria heroica de Christophe Beck acompaña la disparatada arenga con la que Spike, ya superado su taciturno humor, trata de manipular a Willow y a Xander para convencerlos de salir juntos a cazar monstruos. Que ya sobre los títulos de crédito resuene su exasperado «¡Oh, vamos!» incrementa lo falso, y por tanto lo gracioso, de su prédica: un ejemplo perfecto de cómo escribir, dirigir e interpretar comedia satírica del que muchos deberían tomar buena nota.

Uno de los discursos más graciosos de la serie.



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