4. «School Hard» T2, Ep. 03

Este artículo forma parte de una Lista de los mejores episodios de Spike

Estamos ante un gran episodio en todos los aspectos. Primero, porque a diferencia de lo que a menudo sucede en Buffy, cazavampiros, la trama no es una excusa para hablar de relaciones interpersonales o hacer chistes, sino que cuenta con un argumento inteligente y bien desarrollado, que encima se asienta sobre una sólida temática: la de aprender de cualquier coyuntura de nuestra existencia, ya sea buena o mala. Segundo, porque cierra las líneas narrativas abiertas en la temporada inicial. No es casualidad que aquí muera el Elegido, lo que asimismo salva a Buffy de tener que ensuciarse las manos con la sangre de un niño (por muy vampiro sea). Y tercero, porque introduce a dos nuevos y potentes antagonistas. «School Hard» casi se abre con la llegada de Spike a Sunnydale, un inicio muy revelador del nuevo rumbo que va a tomar la serie en el futuro: ya no vamos a estar ante el plano complejo mesiánico del Maestro, sino que el nuevo villano fuma, conduce un muscle car, habla con acento cockney y cuida mucho su imagen personal. Desde su pelo teñido de rubio oxigenado y peinado con gomina para atrás, hasta su largo abrigo de cuero, pasando por sus botas militares y sus uñas pintadas de negro, y llegando al ligero rímel de sus pestañas y a la cicatriz de su ceja izquierda, Spike está diciendo a gritos que no solo es un rebelde, sino que le gusta hacerse notar, al adoptar rasgos tanto de la estética punk como glam. ¿Ello qué significa?

Drusilla y Spike, la pareja más glamurosa y terrorífica de la serie.

Es conocido que Whedon no quería que la gente se sintiera fascinada por los malvados, y concretamente por los vampiros, que eran la némesis por excelencia de la heroína. Dado el éxito de la adaptación fílmica de Francis Ford Coppola de Drácula, en la que este monstruo rumano estaba envuelto en una pátina romántica, a finales del siglo XX se puso de moda hacer de los vampiros seres atormentados y trágicos. ¿Qué era, si no, el Louis (Brad Pitt) de Entrevista con el vampiro (1994)? Angel mismo, en puridad, encarnaba este estereotipo, con la salvedad de que, al tener alma, tomaba la decisión moral de no matar, y se atenía a ella. Pero el resto de vampiros a los que se enfrentaba Buffy, por expresa voluntad del showrunner, eran criaturas tan inhumanas, tan ajenas, que se hacía virtualmente imposible sentir el más mínimo interés por ellos. La llegada de Spike lo cambió todo. Sin duda, seguía siendo un ser abiertamente malvado, pero era inevitable fijarse en él, ya que lo que le interesaba no eran unos elaborados planes para dominar el mundo, ni tampoco se movía por una ansia de sangre animalesca, sino que venía a hacer de Sunnydale su nuevo hogar, en el que disfrutar de su no vida haciendo las cosas que más le gustaban: matar, robar, hacer chistes y presumir, salir de juerga (aterrorizando inocentes) con los colegas, beber alcohol, fumar y cuidar de su querida Drusilla. La forma en la que destroza con su coche el cartel de bienvenida a la localidad; las primeras palabras que le dirige a Buffy, cargadas de una irónica y serena amenaza; las «batallitas» que cuenta al séquito del Elegido sobre sus fechorías; su inesperada aparición durante la reunión de padres y profesores en el instituto; el apelativo de «Yoda» a Angel; el cambio de su petulante tono a uno lleno de afecto cuando entra Drusilla en escena... Todo ello, en definitiva, crea un villano mucho más cercano al público y, por lo tanto, mucho más interesante que un deforme y fanático monstruo recluido en una cueva subterránea. Encima, que los malos de la función tengan ciertos rasgos humanizadores casa más con el espíritu de la serie, donde el elemento fantástico convive con refrescante soltura con la más aburrida de las cotidianidades.

No es casualidad que la historia principal del capítulo se desarrolle en el interior de las cuatro paredes del instituto, el lugar que, a los 17 años, ocupa el puesto central en las vidas de Buffy, Willow y Xander. Como tampoco lo es que Joyce detenga a Spike con un golpe de hacha, pues con ello demuestra que no solo haría cualquier cosa por defender a su hija, sino que, además, ha dejado de creer en el tenebroso retrato que de esta le acaba de pintar Snyder, al comprobar, tanto el altruismo y la valentía de Buffy, como la mezquindad del director del instituto. La «dura lección» a la que atañe el título del episodio, pues, no corresponde únicamente a la conciencia por parte de los Scoobies de que ha llegado un nuevo y peligroso dúo de enemigos, sino, sobre todo, a que mientras se viva conforme a la propia ética, es igual ―y hasta un orgullo― no gustarle a todo el mundo.





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