14. «Crush» T5, Ep. 14

Este artículo forma parte de una Lista de los mejores episodios de Spike

Es «Crush» una rara avis dentro del serial, entre otras razones porque no hay una trama fantástica secundaria, de forma que el guion de David Fury se limita a poner a Spike, y en menor medida a Buffy, en una encrucijada existencial, propiciada al quedar expuestos los sentimientos del primero hacia la segunda. Aunque en el fondo el vampiro londinense sabe que sus posibilidades con la cazadora son escasas (y así se lo admite a Riley en «Into the Woods»), está tan enamorado que se esfuerza por ver reciprocidad en el más mínimo gesto cordial por parte de ella; y como en «Checkpoint» y «Blood Ties» los dos episodios anteriores al que nos ocupa la protagonista ya no tiene reparos en pedir la colaboración de Spike, él va construyendo sus castillos en el aire. Que la reacción de la slayer al descubrir la verdad oscile entre la alarma, el asco y la indignación lo toma tan desprevenido como a ella su involuntaria (y tremendamente cómica) confesión. La providencial vuelta de Drusilla, ejerciendo su papel de Deus ex machina para arreglar el «pequeño problemilla» de Spike (no poder matar), hace que nuestro chupasangre favorito tenga que elegir entre reemprender la vida plena e inhumana que llevaba antes junto a quien fuera su gran amor, o seguir sumido en su actual existencia vacua e inofensiva, suspirando por una mujer que lo desprecia. La estupenda escena en el Bronze, cuando la canción «Key» de Devics sustituye a las palabras y Drusilla le ofrece el cadáver de una joven para de beba de su cuello, simboliza esa posibilidad de volver a ser un monstruo auténtico. La realización de Daniel Attias, que parece hacer danzar la cámara al son de la música y los movimientos felinos de ambos vampiros, se «detiene» en el rostro de Spike, en el que se dibuja una amalgama de emociones ante la presa que se le ofrece: estupor, duda, deseo... y hasta un punto de horror. ¿Es porque le importan un pito las vidas de los dos pobres chavales que acaba de segar Drusilla? En absoluto. La parte de él que quiere gustarle a Buffy a toda costa, que está decidida a renunciar al mal por ella, es la que se horroriza al ser incapaz de vencer sus verdaderos impulsos, que se cifran en su ansia de sangre y de muerte.

Buffy trata de pasar página de Riley con el amable Ben: si supiera...

Siendo Spike quien es, no es casualidad que, cuando finalmente opte por hacer lo que siempre ha hecho seguir el dictado de su corazón, su retorcida manera de demostrar lo mucho que ama a la protagonista sea encadenarla, amenazarla a ella y a Drusilla y coaccionarla para que le dé esperanzas de ser correspondido. Con inteligencia y humor, Fury deja claro que la pasión de Spike hacia Buffy lo coloca inevitablemente del lado de los ángeles, pero que él sigue siendo un demonio: de ahí que la ambivalencia propia del personaje alcance aquí unos extremos tan notables. Pocos momentos del show causan tanta hilarante vergüenza ajena como el de la «cita encubierta» con Buffy o el del juego sexual de roles con Harmony; de la misma manera que la desesperación en la voz de Spike cuando confiesa cuánto lo consume su amor o su muda consternación al advertir que Buffy le ha retirado la invitación a su casa muestran una vulnerabilidad tan humana que despierta nuestra simpatía. Pero es que en «Crush» todavía hay espacio para hacer hincapié en el lado más tétrico de Spike, léase su salvajismo al probar de nuevo la hemoglobina humana o su torva actitud al sorprender a Buffy en su cripta. Por todo ello, es este un capítulo imprescindible para seguir ahondando en las complejidades de la francamente enrevesada psique de Spike.



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