8. «The Initiative» T4, Ep. 07

Este artículo forma parte de una Lista de los mejores episodios de Spike

En este episodio tiene lugar el gran punto de inflexión del personaje de Spike; no es casualidad que se trate de la primera vez que James Marsters aparezca en la secuencia de créditos. Obviamente, su incorporación al reparto fijo se debe, en buena medida, a la necesidad de suplir la baja de Seth Green, pero, más allá de ello, la promoción a «miembro de pleno derecho» del vampiro inglés se explica porque, a efectos prácticos, a partir de ahora Spike deja de ser un villano. O al menos, de actuar como tal. Como un remedo friki del Alex de La naranja mecánica, desde este momento y hasta «The Killer in Me» (T7), Spike tiene implantado un chip en el cerebro que lo incapacita para volver a dañar, de cualquier modo, a un ser humano. Y ello ha sido obra de una operación militar secreta, dedicada a la captura, el estudio y la neutralización de los seres del inframundo. Gracias a esta circunstancia, el guion de Douglas Petrie desvela el gran misterio de la primera parte de la temporada ―quiénes son esos comandos que deambulan por la universidad de Sunnydale―, mientras que asienta las bases argumentales básicas posteriores: la nueva relación sentimental de Buffy y la conversión de Spike en un renuente aliado de los Scoobies.

Spike no se toma muy bien eso de ser capturado... En la cara se le nota.

Sin embargo, si «The Initiative» es un episodio sobresaliente es, sobre todo, porque estamos ante uno de los más graciosos de Buffy, cazavampiros, lo que es mucho decir en una serie caracterizada, con contadas excepciones, por la omnipresencia del humor en sus tramas. En su metraje se aprietan, unas tras otras, las situaciones desternillantes, yendo desde una Buffy especialmente patosa en el tramo inicial del capítulo, pasando por un Riley al que cada vez le resulta más difícil ser efectivo en sus acercamientos románticos a la chica que le gusta, siguiendo con el «combate», a cámara lenta, entre Harmony y Xander, y llegando hasta la comedia de errores que interpretan, sin saberlo, Buffy y Riley en su afán, tanto de proteger al otro como de atrapar a Spike. Pero si tuviéramos que quedarnos con un solo momento de «The Initiative», sin duda sería ese en el que descubrimos, al mismo tiempo que el vampiro rubio oxigenado ―y que Willow―, que siente un dolor insoportable en la cabeza cuando trata de atacar a alguien... De hecho, es esta una de las escenas más memorables de todo el show, pues los grados de ironía y los dobles sentidos que posee la conversación entre ambos personajes, dominados por el dolor de sus respectivas autoestimas magulladas, son dignos de una antología de la comedia. James A. Contner realza las impagables líneas de Petrie al distinguir, con un travelling hacia afuera, la ominosa aparición de Spike en la habitación que comparten Buffy y Willow del sorpresivo giro subsiguiente del relato hacia lo hilarante, con una Willow que, en vez de sentirse aliviada por no ser comida de vampiro, piensa que Spike no puede morderla porque se «ha conformado» con ella, cuando a quien quería asesinar realmente era a Buffy, y con un Spike que cree que, pese a su juventud ―«¡Solo tengo 126 años!»―, ha sufrido un «gatillazo vampírico». La surrealista charla que sostienen, en la que tratan de convencerse mutuamente de que sus respectivos temores son ridículos, no tiene desperdicio. Y encima Hannigan y Marsters (seguramente, los dos mejores actores de la serie) declaman con tanta naturalidad y convicción sus absurdas líneas de diálogo que la secuencia deviene una auténtica delicia. A la postre, igual que hiciera «Lovers Walk», «The Initiative» nos ofrece un atisbo de todo el potencial del personaje de Spike, todavía ni definido ni explotado en profundidad, pero a punto de eclosionar en una temporada, la cuatro, en la que, de forma tan natural como progresiva, el vampiro londinense se convierte en el secundario «roba planos» por excelencia. De ahí a volverse pareja ―o algo así― de la protagonista habrá únicamente un paso.